El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) nomás no es internacional.
Bueno, sí, de nombre.
La única aerolínea que opera y con un vuelo cada quincena es de Venezuela.
¿Coincidencia?
En política no hay coincidencias.
Fue un arreglo con Nicolás Maduro, directo, porque ninguna de las empresas serias, fuertes, quieren trabajar ahí.
¿Dónde están American Airlines o Delta, por citar algunas?
Conviasa despegará los martes desde Caracas a las 15:00 horas locales. Llega a Santa Lucía, baja al pasaje y se vuelve para Venezuela.
-Somos la primera aerolínea internacional que aterriza en este aeropuerto. El vuelo es para enlazar Caracas con México, ha dicho la empresa.
La inauguración que hizo Andrés Manuel López Obrador el lunes pasado fue al más puro estilo del priísmo que critica y al que perteneció en los inicios de su carrera política: con pendientes de todo tipo, principalmente de operación y de infraestructura y vías de acceso y comunicación.
Es tan complicado llegar que hasta uno de los aplaudidores de primera fila tardó ¡tres horas! en llegar. Y seguro lo regañaron.
Porque se le ocurrió transmitir en vivo.
¿Qué tan complicado es que hasta se le escaparon dos o tres expresiones de hartazgo?
Y todavía Andrés Manuel López Obrador puso como ejemplo la distancia entre Ecatepec y Tecámac con el AIFA, como si el grueso de los usuarios, de los viajeros, fuese de esos municipios del Estado de México.
-Están a media hora ¿no?. No está lejos.
Bueno, depende de donde se viva, presumió.
Y nadie se atrevió a decirle que un viajero que salga desde el sur de la CDMX, Coyoacán o El Pedregal, por ejemplo, hará al menos dos horas de traslado.
¡Ah, también se puso como ejemplo!
Él tardó 40 minutos en llegar desde Palacio Nacional… a las 5 de la mañana y en día feriado.
Así cualquiera.
Quisiera ver que recorra el mismo trayecto a las 8 de la mañana y en día hábil.
¿Verdad que no es lo mismo?
Populismo absoluto
La venta de tlayudas, tacos al pastor y gorditas de dulce -como en La Villa- se planeó para enviar un mensaje de cercanía con el pueblo, con sus leales.
Y lo consiguió.
Ayer propuso que se habiliten cuando menos dos lugares donde se vendan esas tortillas gigantes que se preparan con carne de res, chorizo, pollo y más y que son tradicionales en Oaxaca.
Aeroméxico, VivaAerobús y Volaris llegaron voluntariamente a fuerzas a esa terminal aérea, luego de que fuera declarado, además, saturado el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), para -no vaya usted a ser mal pensado- obligar a las empresas a trabajar ahí.
Si va a volar desde o hacia el AIFA prepárese, porque no será fácil.
Mientras, Andrés Manuel continúa blofeando con Joe Biden y Estados Unidos con sus críticas por el apoyo a Ucrania y el olvido a Centroamérica.
Los poco más de dos años que le quedan en la Presidencia no serán suficientes para ver operar al ciento por ciento el aeropuerto.
Y quién sabe si algún día suceda.
Vámonos:
Andrés Manuel ha hecho lo mismo que criticó en los gobiernos de Felipe Calderón Hinojosa y de Enrique Peña Nieto: sentarse en el Ejército para gobernar, no controlar al crimen y al narcotráfico, con el saldo lúgubre de más de 120 mil muertos en apenas tres años y medio de gobierno.
¡Ah! y subsidiar las gasolinas para evitar, dice, un gasolinazo… que de todos modos se ha dado.
Ayer, el Instituto Mexicano de la Competitividad (Imco) dio a conocer que este año costará el subsidio 205 mil millones de pesos.
Nada más.
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